ESE APARENTE DESORDEN

Viajante ignoto, unknown traveller, bienvenido quien seas, whoever you are: welcome; ésta es mi música, this is my music, y espero que te guste... and I hope you enjoy it...

Mis músicas...

Cómo cambian los tiempos, amigos... Somos muchos los tontos que tuvimos un grupo y apenas tocamos en un garito una noche por las cervezas; somos muchos los que hemos seguido comprando los discos por carretillas, a pesar de los años; tantos los que, como muchachos imberbes, y primero contra nuestros padres y ahora contra nuestros hijos, arrancamos minutos a la vida burguesa para coger nuestras Fender o nuestras Gibson, poner nuestro disco favorito e imaginar que tocamos nosotros o, incluso, los que nos atrevemos a tocar y grabar ese solo imaginario que sólo existe en la mente imaginaria del que imagina...
Cambian los tiempos, y ya no grabamos con las "cassettes", tenemos estudios (virtuales) que nos hacen creernos Brian-Enos a tiempo parcial, y podemos dar el coñazo a los amigos, a las amigas que estoicamente aguantan: Oye, mira, escucha esto, qué te parece, por lo menos suena bien, ¿no?
Pues por eso, porque cambian los tiempos, aquí mi coñazo, mi música, y amplío a todo el que quiera esta hermandad de la armonía... Aquí, en este aparente desorden, iré soltando éstas, mis músicas, para los oídos que las quieran recibir.
Paz y sexo... mientras se pueda.

viernes, 25 de marzo de 2011

El río

El río (2005) es una de esas epopeyas que a veces monto alguna larga tarde de verano. La empecé rapidísimo, a partir de unos teclados un poco tontos pero que me obligaban a imaginar musicalmente para su desarrollo; y no soy Bach, me estanqué y estuve a punto de abandonarla. Entonces, no recuerdo cómo, surgió la idea de los tappings del final y, os lo juro, cuando los oí a un volumen suficiente: lloré... Tened paciencia y llegad hasta el final.

2 comentarios:

  1. Siempre me ha hecho gracia cuando titulais un tema instrumental. Como Smetana con su Moldava, has conseguido que el rio vaya aumentando su velocidad, a medida que se va acercando a su único destino.
    Y sí, hay que llegar hasta el final, para que la emoción contenida al principio vaya liberándose in crescendo. Objetivo, éste, conseguido. Bien aprovechados los recursos materiales de los que dispones (¿un synclavier?).
    No sé la sensación mientras tocas, pero el oyente tiene la certeza de que esos teclados tontos son solo
    preludio de la avalancha que se avecina.
    Gran tema.
    Pd: Buen aporte tus palabrotas en el gadget de la derecha (del blog, claro).

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  2. Te voy a nombrar "Il Commentatore", porque eres el único que me hace la gracia...

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